No fue hasta que me casé con una prostituta el día que me mudé que descubrí que mi esposa era mucho más lasciva de lo que pensaba, como en la película que solía ver para girar mis manos todos los días. Casi lo hizo ella misma, simplemente me acosté y lo disfruté, no necesité hacer mucho. Lo más feliz es casarse con una prostituta y llegar a follar una polla todos los días.
Deja un comentario